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Desde la Lluvia al Gran Palacio Efímero de París

Desde la Lluvia al Gran Palacio Efímero de París

Publicado el 19/06/2023
Raquel Aguilar Colivoro al centro de la foto
Raquel Aguilar Colivoro al centro de la fotografía en el stand de Chile.
Raquel Aguilar Colivoro, artista y artesana de Yaldad, Quellón, representó al país en la sexta versión de Révélations, la bienal de artesanía contemporánea más importante de Europa.

Este mes, entre el 7 y el 11 de junio, se realizó la bienal internacional de artesanía contemporánea Révélations 2023. En esta sexta versión participaron 350 creadores de todo el mundo y fueron exhibidas 2000 piezas.

Inaugurada el 2013, es organizada por Ateliers d’Art, sindicato que reúne a más de seis mil artesanos, artistas y fabricantes de obras de Francia, y cuya misión es la valorización, representación, defensa y desarrollo económico de los talleres de arte.

Esta bienal reúne a profesionales del mercado de la creación y aficionados a las artes y oficios alrededor de obras excepcionales, por lo que es un evento económico relevante para el sector artesanal.

Este año la Biennale Internationale Métiers d’Art et Création se desarrolló en el Grand Palais Ephemere, una sala temporal construida para albergar exposiciones mientras el Grand Palais (sitio histórico, sala de exposiciones y complejo de museos ubicado en los Campos Elíseos) es renovado para los Juegos Olímpicos de Verano de 2024.

Esta es la quinta vez que el país participa, la primera fue el 2015 y el 2017 lo hizo como País Invitado de Honor; sin embargo, según Carola Muñoz, directora de la División de las Culturas, las Artes, el Patrimonio y Diplomacia Pública (Dirac), «el stand de este año refleja (…) lo mejor que Chile ha expuesto en este certamen».

En esta versión las obras que representaron al país pertenecen a Soledad Christie, ceramista de San Pedro de Atacama, Rita Soto, orfebre joyera de Santiago, Juan Carlos Orellana, artesano en cobre de Machalí, Egon Muñoz, artesano en madera de Pucón y Raquel Aguilar, artista y artesana en fibras vegetales de Yaldad, quien además participó en la bienal.

La selección de las artesanas y artesanos estuvo a cargo del comisario francés Romain Juilha y Nury González, artista chilena, curadora y directora del Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago. Labor que realizaron en noviembre del año pasado.

La presencia en París de Raquel Aguilar Colivoro, y su taller Desde la Lluvia, es el resultado de una acción conjunta implementada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la Dirac y ProChile, ambos del Ministerio de Relaciones Exteriores, junto con la Embajada de Chile en Francia.

Raquel Aguilar Colivoro: Desde la Lluvia

La directora de la Dirac también destacó «la presencia de Raquel Aguilar, artesana chilota que articula magistralmente tradición y memoria con evolución y creación contemporánea en su trabajo en fibra natural».

Raquel Aguilar Colivoro teje quilineja, ñocoy, cunquillo tres cantos y manila, aunque se ha dedicado principalmente a la quilineja. La primera pieza que hizo con esta enredadera leñosa fue una pelota de linao cuando estudiaba en la escuela de Yaldad. En la actualidad teje cestos, guirnaldas, figurillas y figuras que representan su entorno y su imaginario: canastos papa, plantas de quilineja, nidos de aves, golondrinas, gallinas, ballenas, caracoles y lo que se proponga.

Su bisabuela materna tejía ñocoy y cunquillo tres cantos y su abuelo materno hacía sogas y escobillas de quilineja. Pero a Raquel le enseñó su mamá, quien recordaba cómo lo hacía su abuela.

El año 2016 participó en Expo Indígena en la Patagonia y entre el 2018 y el 2019 fue parte del proyecto «Rescate de la tradición artesanal de quilineja (Luzuriaga polyphylla) mediante su valorización cultural y ecológica en el archipiélago Chiloé»; iniciativa conjunta entre Infor, Indap, el Museo Regional de Ancud y la Fundación Artesanías de Chile, apoyada por la Fundación para la Innovación Agraria, FIA. Aquí el rol del museo fue desarrollar una investigación histórica de las fuentes escritas, trabajar con las artesanas y artesanos en quilineja que fueron parte del proyecto, facilitar el acceso y fortalecer la colección de cestería en quilineja que resguarda, y montar una exposición con los resultados. En este contexto el 2019 las obras Ñuke ballena, Ñuke kollonka, Caracol mochuelo y Guirnalda ingresaron a la Colección Cestería de Chiloé del Museo Regional de Ancud, y fueron exhibidas en la exposición «Quilineja: Raíces que se tejen», la que por la situación sanitaria se abrió al público en octubre del 2021 y mantuvimos hasta abril del presente año.

Además, el año 2020 Raquel recibió el Sello de Excelencia a la Artesanía por su obra Marisca de caracoles y el 2021 montó la exposición «Tejiendo el bosque» en el Centro Cultural Montecarmelo de Santiago, tras lo cual el Museo Regional adquirió dos de las obras exhibidas: Tentén y Caicai y Gochigochi.

El 2022, y con el apoyo de Indap, Raquel construyó y abrió al público un nuevo espacio de creación y exhibición para su taller en Yaldad.

Durante los últimos años no ha parado de crear, participar en ferias, encuentros, conversatorios y entrevistas; ha dictado talleres y representado al territorio, volviéndose un ejemplo para las artesanas y artistas de Chiloé.

La quilineja

Quilineja es el nombre genérico atribuido a dos enredaderas de los bosques del sur de Chile: Luzuriaga radicans y Luzuriaga polyphylla.

Cuando la planta encuentra un árbol hospedero, el tallo comienza a trepar y a generar raíces aéreas (adventicias) que bajan y envuelven el tronco por completo. Crece sobre la corteza de diferentes árboles del bosque junto a otras plantas no parásitas como helechos, líquenes y musgos, formando un enmarañado manto vegetal.

Si bien los usos más conocidos y documentados están asociados a sus raíces, los habitantes de Chiloé también han utilizado sus brotes, hojas, flores y frutos para distintos fines, sobre todo las mujeres; lo que nos hace pensar en un conocimiento profundo y antiguo de la planta. Además, quienes recolectan y usan sus raíces aéreas, sobre todo si han heredado el oficio, conocen sus tiempos y grados de madurez, identifican distintos colores, grosores y grados de flexibilidad. Estos atributos determinan si la fibra sirve o no para fines artesanales, y definen qué pieza se hará.

Con la quilineja se hacían sogas de mar y de tierra, se amarraban cercos, tejían canastitas y canastos chicheros (chaiwe), se hacían escobas, escobillas y escobillones.

Las escobas de quilineja eran vendidas y exportadas por docenas en el puerto de Ancud con destino a distintas ciudades de Chile y el extranjero. Esto sucedió desde fines del siglo XVIII y sobre todo durante el siglo XIX. Así por ejemplo, entre 1830 y 1839 salieron desde el puerto de Ancud 1.695 docenas de escobas con destino a Copiapó, Coquimbo, Valparaíso, Talcahuano y Valdivia, entre otros; y 665 docenas con destino a Buenos Aires, Perú y Norte América (Fondo Ministerio de Hacienda, Archivo Nacional de Chile).

Pero lo que marca un antes y un después en el uso y explotación de la planta es su fabricación industrial. Para fines del siglo XIX existían fábricas de escobas y escobillones en distintos lugares de la actual Región de Los Lagos. Este uso industrial fomentó la explotación y comercialización de la fibra como materia prima, e incluso su exportación a Francia. Un ejemplo de esto es que entre 1948 y 1954 salieron desde este puerto 2.514 bultos de quilineja con destino a Calbuco, Maullín, Puerto Montt y Valparaíso; sumando un total de 131.892 kilos (Pólizas de cabotaje salido, 1947-1954K, Aduana de Ancud).

Esto promueve que los habitantes del territorio la recolecten y vendan a gran escala hasta la década de 1970, época en que las fibras vegetales comienzan a ser reemplazadas por fibras sintéticas. Para entonces la quilineja había disminuido considerablemente en los lugares de mayor explotación: Quellón, Cucao, Quemchi y Ancud.

Paralelamente, la fibra continuó siendo usada a nivel artesanal. Destacando, durante el siglo XX y principios del XXI, el trabajo de la familia Marilicán Lindsay de Llanco, comuna de Ancud, principalmente Juan Marilicán, María Ánjela Lindsay y Clodomiro Marilicán Lindsay, quienes tenían amplios conocimientos de la planta y el bosque, y la usaban para la elaboración y tejido de distintas piezas, tanto utilitarias como ornamentales. Las ornamentales eran denominadas lujos y varias son resguardadas en Chiloé por el Museo Regional, y en Santiago por el Museo Histórico Nacional y el Museo de Arte Popular Americano.  

En la actualidad ya no existen estas fábricas ni la fibra se vende por bultos; pero aún queda uno que otro escobero que las hace esporádicamente y de manera artesanal. Y si bien durante la investigación interinstitucional realizada el 2018 y 2019 fueron registrados más de cuarenta artesanos en quilineja, durante ese periodo participaron solo unas diez personas sistemáticamente y en la actualidad no son más de tres las que se dedican al oficio: Lucy Guineo en Ancud y Juanita Gallardo y Raquel Aguilar en Quellón.

La quilineja es una fibra en peligro. Su futuro depende principalmente de la conservación del bosque de Chiloé, pero también de su recolección sustentable y su propagación en las zonas donde ha sido sobreexplotada.

 

Jannette González Pulgar - Encargada de Desarrollo Institucional y Colecciones.

Fuentes:

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